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Mónica


lunes, 5 de julio de 2010

Emulando a Julie & Julia


En los tiempos que corren, cada vez se va perdiendo más la costumbre por realizar las tareas que antes resultaban cotidianas para cualquier persona. Cocinar, planchar, lavar, coser, bordar. Se entiende que con el ritmo de vida que llevamos, y cada vez con menos tiempo disponible, tratamos de simplificar lo más posible todo aquello relacionado con tareas domésticas. Sin embargo, como en toda crisis, deberíamos volver a hacer las cosas. No es una mentira que cada vez se hace todo más difícil, debemos cuidar los ingresos para poder cubrir nuestros gastos e intentamos un ahorro, por magro que este sea. "Más vale prevenir..." decían nuestros abuelos, y ellos parecían tener la receta mágica para todo. Eso si, nada era sin esfuerzo. Y todos colaboraban. La vida significaba sacrificio, lo mismo que para nuestros padres. Nadie les regalaba nada, y el sueño de la casa propia era casi una utopía. Cuántos de nuestros abuelos y padres construyeron con sus propias manos, ladrillo por ladrillo, la que aún sigue siendo la vivienda familiar? Y así con todo. Pero con la evolución llegó la comodidad y con la comodidad cierto grado de vagancia. Desde pintar una simple puerta, hasta cocinar un plato de pastas se ha transformado en tareas que puede realizar otro. Por qué? El placer que da ver el trabajo realizado por uno mismo?
Yo propongo empezar por algo simple. En mi caso, yo empecé por pintar un pequeño banquito. Sí, suena tonto, pero por algo tenía que empezar. Lo pinté, lo patiné y cuando quise acordar, lo estaba craquelando. Leyendo libros de pintura artesanal, buscando los materiales en la artística y luego viendo con orgullo mi pequeña obra de arte que me mira desde el pasillo, renovado y con sus colores nuevos.
Luego, habiendo logrado confianza, me dediqué a pintar mi balcón. Y así fue. Pinturería, buscar el color, rodillo, y, manos a la obra! Ahora luce como nuevo!
Ya sintiendo que mi cratividad crecía, opté por dibujar algunas cosas en una de las paredes del balcón. Y así lo hice. Pedí prestadas algunas pinturas acrílicas, esas que se utilizan para pintar cuadros, unos pinceles, y nuevamente, manos a la obra! Concluí una pintura, de la cual me siento más que orgullosa, compuesta por una colorida iguana, una rana con su sombrero, un par de cactus y una luna azulada con sus estrellas. Todo esto en un marco interior de un balcón de 2, 50 mts x 1,50 mts.
Y luego empecé con la cocina, mejor dicho, me atreví a dar los primeros pasos en pastelería.
Yo vengo de una familia que cocina. Mi abuela materna tenía una habilidad única para crear con pocos ingredientes un manjar. Mis abuelos tenían un negocio de artículos de pesca y bazaar llamado "El Trébol". El negocio se conectaba con la casa a través de un pasillo largo y estrecho que llevaba al comedor principal, a la derecha una pequeña cocina y luego las demás dependencias (dormitorio, baño). No había un día en que al abrir la puerta del negocio, no se sintiera el aroma delicioso del almuerzo o la cena. Recuerdo las caras de los clientes al ingresar, levantando sus narices y olfateando. Diciendo: " Doña Manuela, qué está haciendo de rico hoy?!" Y mi abuela explicaba con toda simplicidad lo que estaba preparando. Tanto el aroma como las explicaciones de la abuela, hacían que los clientes regresaran, de eso doy fe.
Mi mamá heredó las habilidades de mi abuela. Le encanta cocinar y siempre lo hizo desde que yo tengo uso de razón. Platos exquisitos, sanos, nutritivos. Ella se pone en la cocina y tal como sucedía con mi abuela, se produce "Magia".
Y a mi, me gusta cocinar, cosa que hago cuando tengo tiempo. Pero descubrí que el "cuando tengo tiempo" se transformó en una especie de excusa. El tiempo hay que hacerlo. Y cuando se aprende a disfrutar de los aromas, de los ingredientes, de la experiencia y las recetas, el tiempo parece no ser el "ingrediente" preocupante. Buena música, y un poco de maña, dan por resultado platos asombrosos. Con pocas cosas, con un poco de gusto, con recetas simples, se logran sabrosas conclusiones.
El hábito hace al monje y a la monja también. Todo es cuestión de sentir y disfrutar lo que se hace. De a poco, no complicándose de entrada.
Yo comencé con un Pan de Jengibre.
Primero con una receta original que obtuve del "Recetario de Utilísima: Panes, budines y tortas" escrito por la Sra. Silvia Smid.
Les transcribo la receta original:

Jarabe de Jengibre:
300 g de azucar
180 cc de agua
1 trocito de jengibre fresco

Masa:
130 g de azucar rubia
80 cc de aceite de maiz
2 huevos
300 g de harina leudante
1 cucharada de jengibre en polvo.

Jarabe de jengibre: En una cacerolita mezclar el azucar, el agua y el jengibre fresco. Llevar al fuego, dejar que hierva y retirar.

Masa: En un bol mezclar bien el azucar rubia, 180 cc del jarabe de jengibre, el aceite y los huevos ligeramente batidos. Agregar la harina tamizada con el jengibre en polvo.
Colocar en un molde para budin ingles enmantecado y enharinado. Cocinar en horno moderado por 35 minutos.
Retirar del horno y mojar con el resto del jarabe.

Todas estas palabras leídas en "crudo" suenan frías e insípidas. Una vez que comenzamos a sentir los aromas y trabajar con los ingredientes, todo toma su real dimensión.

Mi primer budín salió precioso. Pero un poco "zonzo". Por lo que decidí hacer un segundo budín con algunas variantes:
Jarabe de Jengibre: le puse menos azucar, en vez de 300 g le puse 180 g/ 200g para q no fuera tan dulce.
El jengibre fresco, descubrí que era mejor rallarlo. También adicionarle a la masa para que tome más sabor. Lo mismo con el jengibre en polvo, adicionando un poco más el sabor se hace más consistente.
También descubrí que cambiar el aceite por manteca hace la preparación más suave.
La siguiente semana opté por otra variante. Agregar canela. Por lo que quedó un pan de jengibre y canela. Lo hice con la mitad de los ingredientes a modo de prueba. Y quedó exquisito. También le agregué un toque de kirsch a la preparación, lo que acentuó el sabor del budin.
El fin de semana que viene, tengo cerezas al marraschino, pasas de uva, y algunas cosas más. Veremos con qué me inspiro y luego les cuento.
Solo se trata de encontrar el gusto por las cosas, y hacerlas uno mismo, siempre en la medida de lo posible. Van a sentir la satisfacción de haber disfrutado cada momento...

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